Los huertos frutales de Hardanger
Una deliciosa aventura
Las sidras y zumos elaborados con manzanas de Hardanger están considerados de los mejores del mundo.
Parte de la culpa la tienen los antiguos monjes ingleses que habitaban esta zona. Pero también, y no menos importante, ha sido el trabajo de los agricultores que viven en las empinadas colinas junto a los fiordos.
Olav Bleie es uno de ellos. Igual que su padre, Lars. Y que su abuelo, Olav.
Las laderas son tan escarpadas a orillas del fiordo Sørfjorden que la única opción es coger las manzanas a mano y bajar con ellas hasta la granja.
Esta, en concreto, se encuentra a unos 1.200 metros por debajo del glaciar Folgefonna.
Este entorno, con un largo y estrecho fiordo flanqueado por altas montañas, es lo que da a las manzanas de Hardanger su característico y delicioso sabor.
Los primeros en darse cuenta de esto fueron, hace ya casi mil años, los monjes ingleses que se instalaron aquí.
"Tenemos lo mejor de dos mundos. Hacia el este, un clima de interior, con inviernos suaves. Y, hacia el oeste, altas montañas que brindan cobijo ante fuertes lluvias. Eso genera un microclima que las manzanas adoran”, explica Olav Bleie, agricultor de la zona.
Los citados monjes eran expertos en la fermentación de la fruta y trajeron consigo el conocimiento de cómo transformar las manzanas en oro líquido.
Así fue como vio la luz en Hardanger la primera granja productora de sidra. Y los agricultores de la zona no tardaron en aprender este arte.
Los registros escritos más antiguos que se conservan reflejan cómo Hardanger ya acogía concursos de elaboración de sidra allá por el siglo XVIII.
Aun así, la producción de sidra a nivel comercial no despegó hasta hace pocos años.
Un sendero estrecho avanza sinuoso de uno a otro lado de la empinada ladera en la que se encuentra la granja de Olav Bleie, a la que no pueden acceder los tractores, demasiado pesados y voluminosos.
Aquí, las manzanas son recogidas a mano con el máximo cuidado y depositadas en las respectivas cajas.
El trabajo duro de los agricultores no es en balde y tiene su recompensa. Ningún otro producto noruego ha aumentado su popularidad de una forma similar a la sidra. Además, los zumos de manzana forman parte de la oferta de bebidas de los mejores restaurantes.
"Para mí, la sidra perfecta es aquella en la que el protagonismo recae en los suaves aromas de las manzanas", afirma Olav, que emplea variedades de manzana como la Discovery o la Gravenstein para elaborar sus productos.
El sello de calidad que Olav añade en sus etiquetas reza: “Validado por mi padre”.
Las orillas del fiordo Sørfjorden acogen numerosos huertos frutales y granjas productoras de sidra.
También en esa zona se encuentran populares reclamos como Trolltunga, Agatunet o la famosa ruta de senderismo Dronningstien (o la ruta de la reina), que une las idílicas aldeas de Kvam y Lofthus, en la parte oriental del fiordo, exponentes del cultivo de fruta en esta área.
Tómate un merecido descanso en el elegante Hotel Ullensvang, que dispone de un amplio spa y circuitos exteriores climatizados con vistas al fiordo.
También puedes subir las llamadas escaleras de los monjes: 616 peldaños que te conducen hasta la cima de la montaña Nosi. Y es que fueron levantadas por los mismos monjes cistercienses que trajeron a la zona desde las islas británicas el arte de elaborar sidra en el siglo XIII.
En verano, sube a bordo de uno de los conocidos como cruceros de la sidra, disfruta de los deliciosos platos de la sidrería Siderhuset Ola K y pasa la noche en el histórico Hotel Utne, uno de los más antiguos de Noruega.
¿A qué esperas?
¡Organiza ya un delicioso viaje a Hardanger!