El pintor de fama mundial Edvard Munch

La enfermedad como camino hacia el arte

Edvard Munch es uno de los artistas más importantes del Modernismo. Durante más de sesenta años se dedicó a la pintura, el arte gráfico y el dibujo, así como a la escultura, la fotografía y el cine. Esto le hizo obtener un gran reconocimiento dentro de la historia del arte tanto dentro de Noruega como a nivel internacional.

Su interés por el dibujo comenzó desde bien pequeño. De niño, a menudo solía ponerse enfermo y tenía que quedarse en casa durante largos periodos de tiempo. Para pasar el tiempo, comenzó a hacer dibujos, lo cual terminó convirtiéndose en su gran pasión. Al principio dibujaba principalmente cosas que veía a su alrededor: animales, gente, panoramas y edificios que quedaban en la cercanía de su casa, ubicada en Grünerløkka, en la entonces ciudad de Kristiania, que hoy en día es Oslo, la capital de Noruega.

Munch tuvo una infancia difícil. Cuando tenía cinco años, perdió a su madre, Laura Munch, quien murió de tuberculosis. Cuando tenía catorce, su hermana Sophie murió a causa de la misma enfermedad. Muchas de sus obras más tardías presentan temas trágicos, como Muerte en la enfermería y El niño enfermo.

Cuando murió su madre, su tía Karen se mudó con ellos para atender las tareas del hogar. A diferencia de su padre, Karen le animó a dedicarse al arte, y en 1880 empezó a tomar clases en la Escuela Real de Arte y Diseño de Kristiania. En esta, Munch sentía cómo su talento comenzaba a aflorar.

Cuando tenía 17, escribió esto en su diario:

Munch alquiló un estudio en Kristiania junto con seis amigos, y en él conoció a su gran mentor, el famoso artista Christian Krohg, que le animó a encontrar su propio camino.

Las influencias femeninas de Munch

En 1886, Munch presentó su primera versión en pintura de El niño enfermo en la Exposición Anual de Otoño de Kristiania. En aquel momento tenía 23 años. Su estilo brusco recibió tanto críticas como halagos. Más tarde Munch dijo: “He roto todos los esquemas con El niño enfermo; ha sido todo un descubrimiento en mi carrera artística”.

En total hay seis versiones diferentes del cuadro, las cuales se pintaron a lo largo de varias décadas. La composición es la misma en todas, pero sus últimas versiones son más coloridas.

Varios de las obras de Munch están inspiradas en las mujeres de su vida. El artista tuvo una vida amorosa bastante turbulenta, y sus relaciones solían consistir en primeras citas, breves y espontáneas, a las que seguía una obsesión de por vida. Esto se refleja en obras como La danza de la vida, que pintó en 1899-1900, y Cabeza por cabeza, de 1905, entre otras.

Sus obras más representativas

En 1889, Munch realizó su primera exposición en un pequeño local que alquiló en Kristiania. Esto le ayudó a conseguir una beca para estudiar durante un año en París.

Más tarde, en 1892, le invitaron a exponer sus obras en la Asociación de Artistas de Berlín. Su arte conmovió tanto a los miembros de la asociación como al público alemán. Algunos apuntaron que sus cuadros eran un insulto al arte, y la exposición cerró al cabo de una semana.

Durante este periodo, entre 1892 y 1896, Munch realizó algunas de sus obras más famosas, entre las que se incluyen El grito (versión pastel), Vampiro, Pubertad y Madonna.